Después de mucho tiempo, vuelvo al vicio de escribir y de contar cómo se puede conocer de una manera distinta la visión de una ciudad o un destino turístico.
París te reclama ir despacio, pararte en cada rincón, disfrutar de la sensación de saberte en un lugar que es historia y que cambió muchas cosas de la historia.
Pero siempre nos queda la opción, por necesidad o por gusto, de salir a correr por la capital francesa y disfrutar de sus encantos de otra manera.
Y el Sena, ese río mil veces versado, mil veces filmado, es una excelente opción, sobre todo ahora que en verano lo han convertido en playa artificial donde todos los días los parisinos acuden a tomar el sol, (sí, en París, a veces también sale el sol) o a celebrar fiestas con un helado en la mano.
Para ello, te recomiendo llegar hasta la Plaza de la Bastilla y desde allí tomar su Boulevard. Una zona menos conocida donde descubrirás desde embarcadero para barcos de recreo hasta locales de copas.
Al llegar la Sena, te encuentras frente a la Gare d´Austerlizt. y su Jardín de las flores, donde se ubica el Museo Nacional de Historia Natural.
Gira a la derecha y poco a poco te acercarás a la Ile de la Cité, con su Notre-Dame al fondo.
A la altura del Hotel de Vile es donde habitualmente se ubica esa zona de playa que seguro has visto en la televisión.